Presentación de la edición conmemorativa de El siglo de las luces.

Por: Rafael Rodríguez Beltrán

Cuando la reconocida editorial lexicográfica francesa arribó a la edición del año 2000 del Petit Larousse, un autorizado grupo de intelectuales propusieron entre sus páginas anexas los logros culturales del siglo XX en lo referente a las artes plásticas, la música, el cine, la ciencia y la literatura. Una sección se dedicó a lo que calificaron como novelas relevantes de la producción mundial de dicho siglo entre las cuales se destacan, de un total de 61 obras narrativas las de Marcel Proust, William Faulkner, James Joyce, Albert Camus, entre otros muchos autores notables. Solo tres obras surgidas en nuestro contexto latinoamericano fueron incluidas en ese grupo: las Ficciones de Jorge Luis Borges, los Cien años de soledad de Gabriel García Márquez y El siglo de las luces de Alejo Carpentier.

Por supuesto que se puede pensar, por una parte, que esa selección obedecía a gustos personales de los que participaron en dicho escrutinio, y por otra, que ninguna de esas obras, en particular la de nuestro novelista, precisaba de ese “gran honor” que le confiere el Pequeño Larousse para alcanzar el reconocimiento internacional de que ya disfrutaba.  Lo que sí resulta indiscutible es que la novela que presentamos hoy, cuando celebramos su sexagésimo aniversario, es una de las obras más importantes que fueran escritas en el pasado siglo y no solo en el contexto regional de nuestra América o de nuestro hemisferio, sino a nivel mundial.

Por qué esto es así lo puede demostrar la abundante bibliografía pasiva o secundaria que ha generado dicha novela desde su aparición hasta la fecha, publicada en varios continentes entre reseñas, estudios, conferencias y tesis de maestría y doctorado, las múltiples ediciones en lengua española por casas editoras prestigiosas y las abundantes traducciones que van desde lenguas más familiares para nosotros como el inglés y el francés hasta aquellas que pudiéramos considerar hasta exóticas en nuestro contexto como lo serían el noruego, el serbio, el vietnamita o el chino.

Su profundidad filosófica y su valor literario están fuera de toda discusión. Un epígrafe inicial orienta nuestra lectura diciéndonos que “las palabras no caen en el vacío” y en esto reside una de las aristas más sobresalientes de la novela: cuando las ideas esenciales de la Revolución Francesa parecían ser traicionadas por muchos, incluso por alguno de sus protagonistas, estas fructificaron en nuestras tierras y generaron procesos revolucionarios que, como es sabido, condujeron a la independencia de muchos países de América Latina. Pero, además, en términos estrictamente literarios, habría que destacar que esta novela, con la que se inicia el llamado “boom” de la literatura latinoamericana, posee un carácter fundacional en términos de renovación de la novela histórica.

Y, aunque mucha literatura ha abundado en todos estos elementos y en otros muchos que pudieran mencionarse, no hay que olvidar que estamos en presencia de una novela, no de un ensayo ni de un manifiesto, sino de la historia de unos jóvenes que inicialmente ajenos a lo que ocurre en el mundo que los rodea, se ven implicados casi sin proponérselo en algunos casos, en los procesos históricos de los que ningún ser humano puede escapar. Jóvenes habaneros, que amarán, sufrirán, odiarán, descubrirán muchas cosas, entre otras un Caribe que desconocían por completo y finalmente irán a realizar su destino con las armas en la mano en una acción revolucionaria redentora en un Madrid que se rebela ante la injerencia napoleónica. Y esto también es un estímulo para la lectura de una novela que sigue iluminándonos en la comprensión del convulso mundo de hoy, que nos dice que no podemos vivir de espaldas a las contingencias históricas en medio de las cuales transcurre nuestra existencia.

No pretendo en esta presentación elogiar una novela que ha concitado la atención de lectores e investigadores de todas partes del mundo; me corresponde, eso sí, hablar de esta nueva edición, que hemos preparado en la Fundación Alejo Carpentier con el concurso de la Editorial Letras Cubanas del Instituto Cubano del Libro para celebrar el sexagésimo aniversario de su primera publicación.

En primer lugar, es preciso señalar que las múltiples ediciones en lengua española, desde la primigenia en la editorial mexicana Compañía General de Ediciones S. A. y la casi inmediata, publicada en Cuba un año después, hasta las numerosas que le siguieron y que han tenido lugar en nuestro país, pero también en España, Argentina, Chile o Venezuela, una vez revisadas acuciosamente por nuestros investigadores, han revelado variaciones de mayor o menor importancia que van desde erratas lexicales, ortográficas, empastelamientos, omisiones, etc., por lo que resultó imprescindible ofrecer una edición que podemos considerar definitiva, con las correcciones oportunas, la actualización de algunos aspectos ortográficos menores, cuidando siempre de no traicionar en lo más mínimo el texto original de la obra.

Aunque ya se ha mencionado el hecho de que se trata de una forma novedosa de abordar la novela histórica, camino por el que se orientará en obras sucesivas el propio Carpentier, con Concierto Barroco, El Recurso del Método y, sobre todo, con El arpa y la sombra, pero que también emprenderán muchos otros escritores de otras latitudes, la historia real está muy presente, con sus acontecimientos, sus personajes reales, su contexto geográfico y su ambiente cultural y por ello el trabajo de revisión nos condujo a introducir algunas referencias en forma de notas al pie de página que brindarán a muchos lectores, que así lo deseen o lo necesiten, informaciones de carácter esencialmente histórico conducentes a una mejor comprensión del texto.

En otro orden de cosas, quisiera destacar que en la portada de esta nueva edición de El siglo de las luces se ha reproducido el cuadro de Monsú Desiderio al que se alude repetidamente en la novela. Muchos lectores que la han leído acaso nunca han visto el citado cuadro Explosión en la catedral; el mismo tiene una importancia tal, que, en algunas ediciones, como las que se han realizado en lengua inglesa, aunque no solo, el título de la obra es justamente ese. El valor simbólico de ese cuadro, en el que un templo se derrumba, aunque no del todo, como bien ha señalado la destacada poetisa y ensayista Fina García Marruz, resulta esencial y no lo hemos visto reproducido en ninguna de las numerosas ediciones consultadas, se pone así de relieve en esta nueva edición para disfrute de los antiguos y nuevos lectores que tenga este monumento de la literatura universal.

Quiero destacar el trabajo acucioso de nuestra investigadora Analay Medero en la corrección y la organización del texto, así como la destacada labor de nuestro editor, Michel Encinosa Fu para llevar a cabo esta nueva entrega de la Biblioteca Alejo Carpentier.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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