Musicólogo, crítico, promotor musical, a la autoría de Alejo Carpentier se deben un copioso conjunto de textos acerca de la música que confirman el sitio privilegiado que por esta manifestación artística poseía el escritor cubano.

Paradigmático en este sentido resulta La música en Cuba, publicada en 1946, donde Carpentier mediante un recorrido por la historia musical de la isla y sus interrelaciones con el acontecer cultural y social del país, dotó al catálogo editorial cubano de un volumen profundo y sugerente en sus análisis, no superado aún a más de medio siglo de su edición príncipe.

Alejo Carpentier, con una formación musical que le permitía leer una partitura como un profesional e interpretar con destreza piezas musicales al piano, se volvió desde su temprana juventud, en los años 20 del pasado siglo un promotor de los programas de la Orquesta Filarmónica de La Habana y organizó, junto a Amadeo Roldán, los conciertos de música nueva en que se presentan por primera vez en Cuba obras de Igor Stravinski, Maurice Ravel y Erik Satie, al tiempo que igualmente divulgaba en artículos el origen y las virtudes del son o el desempeño de Rita Montaner y Moisés Simón. Décadas más tarde, mientras residía en Venezuela, trabajó con entusiasmo en la organización de los festivales latinoamericanos de música de Caracas, de 1954 y 1957.

Además, Carpentier colaboró como libretista con los músicos cubanos Amadeo Roldán y Alejandro García Caturla, en piezas que aunaban la música y la danza, al ahondar en las raíces populares de la nación cubana y también elaboró textos para los compositores franceses Marius François Gaillard, Edgard Varèse, Darius Milhaud, quienes se encargaron de la musicalización, ejemplos del sólido conocimiento musical que atesoraba el autor de Concierto barroco.