Dueño de una cultura descomunal y testigo de momentos fundamentales del acontecer histórico y artístico del siglo XX, Carpentier incorporó estas vivencias a sus narraciones donde se afanó en mostrar el mundo americano en su unidad y multiplicidad,  movido por el interés de alcanzar una definición profunda y esencial de la identidad de nuestra América.

En su ciclo narrativo, que comienza en 1933 con Ecué-Yamba-Ó, novela de vertiente afrocubana, con personajes protagónicos ubicados al margen de la sociedad cubana de las primeras décadas del siglo XX, la crítica ha reconocido a Carpentier como el iniciador de la nueva novela latinoamericana y de la nueva novela histórica, en títulos como El reino de este mundo y El siglo de las luces, en que aflora una perspectiva subalterna y transgresora de narrar el suceder histórico de América Latina con respecto a la interpretación jerarquizada por la historia oficial. Esta concepción que recorre toda su obra literaria se plasma luego, entre otras piezas narrativas, en El arpa y la sombra, a través de un franco despliegue de la estética postmoderna.

Otra zona de su producción de ficción la forman sus relatos, no muy numerosos pero con una consistencia temática y formal que ha vuelto imprescindible su inclusión en cualquier antología del cuento en Hispanoamérica. Pero, sin duda, lo mismo en las novelas como en los relatos, la experimentación con el tiempo cronológico y narrativo, el tratamiento de temas americanos enfocados desde una relevancia universal y una acabada pericia formal perfilan, entre otros, los rasgos que caracterizaron el quehacer narrativo de Alejo Carpentier, quien fue el primer latinoamericano en obtener por el conjunto de su obra, en 1977, el Premio Miguel de Cervantes.