Un acercamiento a la vida y obra de Alejo Carpentier Valmont (1904-1980) muestra sus esencias como extraordinario intelectual y periodista, pero sobre todo sus principios ideológicos y morales.Un acercamiento a la vida y obra de Alejo Carpentier Valmont (1904-1980) muestra sus esencias como extraordinario intelectual y periodista, pero sobre todo sus principios ideológicos y morales hacia la sociedad cubana y el mundo, desde su definida posición de tomar partido ante los acontecimientos de su época.
Y esa definición comenzó a demostrarla tempranamente desde los 19 años de edad, cuando participó directamente en la Protesta de los Trece, liderada por Rubén Martínez Villena y otros jóvenes del Grupo Minorista, y fue objeto de persecución por el gobierno de turno en Cuba; además, poco después integraría el Movimiento de Veteranos y Patriotas, organizado contra la corrupción existente durante la presidencia de Alfredo Zayas. Carpentier estuvo entre los expulsados del país y fue acusado de comunista, después de haber permanecido preso.
En el destierro formó parte de una célula de propaganda de la organización clandestina antimachadista ABC en París y participó, dentro del Comité de Jóvenes Revolucionarios (en Francia), en la publicación de El terror en Cuba, con ilustraciones de Carlos Enríquez, destacado pintor cubano.
El reconocido escritor viajó en 1934 a Madrid, donde publicó ¡Ecué-Yamba-O! en franco proceso de concientización sociopolítica desde una perspectiva democrática, popular y tendente al socialismo, inmerso en el contexto de una situación revolucionaria. Allí entabló amistad con Federico García Lorca, Rafael Alberti Merello, José Bergamín y Pedro Salinas, todos prestigiosos intelectuales españoles, y festejó el fin de la tiranía de Gerardo Machado en Cuba.
Con el triunfo de la Revolución Cubana, en 1959, regresó a la capital cubana donde fue designado administrador general de la Editorial de Libros Populares de Cuba y el Caribe. Un año más tarde estuvo nombrado por el Gobierno Revolucionario como vicepresidente del Consejo Nacional de Cultura y ratificado después, en el cual también fue designado vicepresidente de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba.
Por su prestigio y amplia labor literaria en 1962 se designa como director ejecutivo de la Editorial Nacional de Cuba, desempeñándose en ello hasta 1966 en que recibe la misión de asumir como Ministro Consejero de la Embajada de Cuba en Francia, tarea a la dedicó todas sus energías, hasta 1980 en que fallece.
Indiscutiblemente, Alejo Carpentier estuvo siempre comprometido con el proceso revolucionario cubano y con su pueblo. Sus propias declaraciones lo confirman: «Hombre de mi tiempo soy y mi tiempo trascendente es el de la Revolución Cubana. Escritor comprometido soy y como tal actúo”. A lo que agregaba: «En América Latina, lo maravilloso se encuentra en vuelta de cada esquina, en el desorden, en lo pintoresco de nuestras ciudades… En nuestra naturaleza… Y también en nuestra historia».
Por su fructífera obra, fue el segundo escritor (y el primer latinoamericano) en recibir el importante Premio Miguel de Cervantes, otorgado en 1978, y considerado el máximo reconocimiento a la labor creadora de escritores españoles e hispanoamericanos cuya obra haya contribuido a enriquecer de forma notable el patrimonio literario en lengua española. Fue en recibirlo.
Pero lo más impresionante resultó su gesto de donarlo a la Revolución, cuyos motivos hizo saber al Comandante en Jefe Fidel Castro a través de una carta: «…por estimar que, más que a mí, corresponde su posesión a mi Partido, lo que equivale a decir a la Revolución Cubana, que hizo cristalizar los ideales de los mejores hombres de mi generación… «
A lo que Fidel le respondió: «…cuando un hombre siente que no puede existir verdadera grandeza si está separada de la obra colectiva a la que pertenece, se hace digno de la más alta y valiosa de todas: la de la admiración, el cariño y el respeto de su pueblo».
Muchos fueron los reconocimientos que recibió durante su vida en diversos escenarios del mundo y Cuba aquilató en la obra de Alejo Carpentier la obligada referencia para los estudios de la identidad cultural cubana, por sus innegables aportes realizados desde ese modo particular que tuvo de apropiación e interpretación del proceso de transculturación, expresados también en y desde el sincretismo religioso cubano, así como las complejidades de los procesos sociales, que intervienen en la conformación de imágenes representativas del patrimonio espiritual, inmaterial, oral e intangible de los pueblos.
El autor de novelas cumbres y tan conocidas como El reino de este mundo, Los pasos perdidos, Guerra del tiempo, El recurso del método, Concierto barroco y La consagración de la primavera con orgullo recibió de la Universidad de La Habana el título de Doctor Honoris Causa y su elección, desde 1976, como Diputado a la Asamblea Nacional del Poder Popular, mandato que ocupó hasta su fallecimiento.
Su vida toda, expresada con maestría a través de la escritura y su conducta, insta hoy a una actitud indagadora en las esencias de esa mixtura cultural cubana. Su narrativa nos confirma la certeza, de haber sido ella misma, ese método científico que nos permite captar la subjetividad de los espacios humanos, como elementos imprescindibles en la historia de la cultura de los pueblos. Él llevó, desde su estética de los ambientes, a su propuesta de nuevos valores a través de la liberación del espíritu, el culto a la rebeldía y el deseo de independencia, de ahí su revalorización de la cultura popular como fuente primaria.
Tomado de Radio Guaimaro
